Legado y memoria. El Colegio y sus fundadores a 50 años.
Habita en la palabra legado una perdurabilidad intrínseca. Una permanencia. Su dimensión conceptual la vincula con el hecho de transferir, pero también de ceder, traspasar, donar, encomendar. Y esa idea de transmisión también implica una salvaguarda necesaria. Una custodia que asegure la conservación de ese legado.
El sustrato de la palabra memoria está compuesto por recuerdos, evocaciones, capacidad retentiva, rememoración y, por qué no, nostalgia. Y no sólo eso. Se trata de un sublime, primigenio y complejo mecanismo de registro, de inscripción, de marca. Esta palabra está alumbrada por una pulsión germinal que impulsa al ser humano a dejar huella.
En su interior, la palabra fundar también posee una significación múltiple y exhibe un ánimo de persistencia. Está estrechamente ligada con la posibilidad de crear, establecer, constituir, instaurar, erigir, fundamentar, alzar. Su naturaleza es la cimentación. Construir para sí y para otros, los que siguen, los que vienen. Los herederos.
Legado, memoria y fundación. Este libro anhela fundir esos tres conceptos y, por consecuencia, aspira a propalar esa marca de trascendencia que nutre el día a día de nuestro Colegio, una institución universitaria que llega a su primer medio siglo de vigorosa existencia, enarbolando con orgullo sus orígenes y postulados, enfrentando su presente con su ce-lebrada capacidad de adaptación, y mirando el porvenir con esperanza, con certidumbre.
Aquí, algunos de los fundadores del Colegio echan mano de su prodigiosa memoria para relatar y ponderar su legado. María Ubaldina del Rosario Álvarez recupera con su testimonio “una época preciosa”, en la que, recuerda Andrés José Hernández, los pioneros del CCH “debieron cerrar filas”.
Lucía Herrero traza con su palabra “una utopía pedagógica” y Susana Huerta no lo duda: el CCH fue, es y será “un espacio de libertad” en donde se imparte “enseñanza con amor”, como nos cuenta Amada Margarita Vázquez de la Mota. Por su parte, José de Jesús Bazán Levy define la “pasión universitaria” y Marco Antonio Lagarde elogia la “vocación docente. Juan Javier de San José Ramírez apela a la “experiencia y al compromiso” y Piedad Solís ensalza “el sabor de la educación”. José Luis López Cano habla sobre “una prueba de la vocación” y Valentín López Gazcón destaca el hecho constante de “aprender con los alumnos”. Jorge Ernesto Arias determina “la esencia del Colegio” y Virginia Astudillo encomia “el trabajo colegiado”.
Jesús Manuel Cruz aplaude la “innovación continua” y Margarita Lezama Cohen subraya el “valor de la enseñanza”. Luis Palos Macías ensalza lo que él califica como “un proyecto magnífico” y Soledad Reyes Amado se refiere a sus compañeros, los profesores, como “heroicos”. Raúl Sánchez Figueroa asegura que el CCH es “un referente nacional” y Enrique Torres Lira describe el plan académico del Colegio como una “propuesta de vanguardia”. Para finalizar, Joaquín Vallejo Santín no duda que el bachillerto universitario está “preparado para el futuro” y Fernando Velasco Sotomayor garantiza que nuestra escuela seguirá teniendo una “participación crítica”.
Amalgama de historias y visiones, de talentos y voluntades, de vidas entregadas a la formación integral de estudiantes comprometidos y críticos. Eso es este libro. El conjunto de perspectivas que vive en sus páginas traza un relato superior, panorámico, enriquecedor de lo que ha representado el Colegio de Ciencias y Humanidades para la UNAM, su alma mayor, y para México, su propósito inmodificable.
Dr. Benjamín Barajas Sánchez
DIRECTOR GENERAL DEL COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES